X-men Orígenes: Lobezno - Por Raquel Polo
Aprovechando el estreno de “Lobezno Inmortal”, vamos a retomar la antecesora de este film de acción protagonizado por Hugh Jackman (sí, efectivamente, el hombre más sexy del mundo según la revista People): “X-Men Orígenes: Lobezno”, de 2009.
Sonado fue el escándalo por la copia ilegal
que se filtró en Internet y que produjo más de un disgusto a los productores,
pero que no quitó expectativas sobre todo lo que prometía una de las películas
más esperadas de aquella temporada, dirigida por Gavin Hood, ganador del Oscar
por su película “Tsotsi”.
Tras una breve reminiscencia a la infancia
de Lobezno, donde el pequeño Jimmy sufre el hecho traumático indispensable en
cualquier individuo que se precie para llegar a convertirse en un héroe
(podríamos pensar en Peter Parker en el transcurso de esa escena) y unos títulos
de crédito propios de la factoría Marvel y que se merecen un breve apunte por
su estética y su forma efectiva de enlazar las guerras más importantes de la
historia mundial desde el siglo XIX, empieza una cinta llena de trepidante
acción, con un presupuesto que se nota a la hora de apreciar los efectos
especiales y en la que Jackman luce el palmito (que para algo tiene tan
entrenados esos músculos).
El guión, que intenta mezclar acción y romanticismo
dramático, es sencillo y bastante lineal, con alguna laguna que otra (como
suele pasar en este tipo de precuelas) que se salva mientras el espectador esté
atento a las garras del protagonista, enfrentándose él solito a helicópteros de
combate y a su hermanísimo antagonista, Víctor Creed, más conocido como Dientes
de Sable (interpretado esta vez por Liev Schreiber). Sí bien es verdad que
estas peleas se hacen predecibles a partir del momento en que Lobezno se pone a
gruñir y saca sus armas gritando el nombre de Víctor, en cada una de ellas se
incorpora un nuevo elemento que las hace más dinámicas.
Uno de esos elementos es el entrañable
Gambito, personaje mítico del cómic de la Marvel y que decidieron rescatar
brevemente (su presencia se hace espectacular pero insuficiente, dejando con
ganas de más al espectador, que puede pensar que sirve de excusa para preparar
otra precuela interpretada por Taylor Kitsch) como factor de ayuda para Logan
en su búsqueda de la “Isla de los Mutantes”. Otro. es la batalla final contra
Wade Wilson (Ryan Reynolds, marcando pectoral en competencia directa con
Jackman).
Encontramos un punto de giro no muy
predecible y bastante efectivo en la historia de amor con Kayla (Lynn Collins),
cuyas escenas quizás puedan parecer incluso lentas comparadas con esos saltos
sacados de la película de “Matrix”, intercaladas con magníficos planos de
exteriores. Y es justamente por su amada por lo que Lobezno empieza una cruzada
contra Víctor y el Coronel Stryker (Danny Huston), encontrando en su camino a
mutantes nuevos y viejos conocidos durante su época de pubertad, como un
Cíclope adolescente o una Tormenta que aparece de refilón durante su niñez.
En definitiva, “X-Men Orígenes: Lobezno” da
lo que promete: acción a raudales, un antihéroe con mal carácter que en el
fondo es un trozo de pan, escenas que se quedan en la retina del espectador y puntos
de humor que sacan la sonrisa y aligeran las casi dos horas de duración; y por
supuesto, indispensable si se uno se quiere pasar un buen rato este verano con
su segunda parte.
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