Ocho años después de la maravillosa Rec 3, Paco
Plaza vuelve con Verónica, una película de terror
costumbrista que está revolucionando las salas.
Verónica (Sandra Escacena), una adolescente con demasiadas
responsabilidades familiares, hace una ouija con sus amigas, pero
algo sale mal y, desde entonces, una presencia paranormal amenaza a
su familia.
Tras hacer películas sobre hombres lobo y zombies, Paco Plaza
dice que esta película tiene como protagonista al monstruo más
terrorífico: ¿un espíritu maligno?, no; una adolescente. Aunque
fue un encargo, considera que es su película más personal. Suena a
tópico, pero es así, el director se siente muy identificado con la
protagonista, Verónica, porque era diferente al resto de compañeros
de su edad y se sentía solo, entre otras cosas.
Al principio, el guión de Fernando Navarro y Paco Plaza
se iba a llamar El expediente y basarse únicamente en
el famoso Caso Vallecas, pero no pudo ser y acabó siendo una
historia un poco diferente que toma elementos de otros como el Caso
Embajadores. Verónica mantiene la esencia del caso
vallecano modificando algunos elementos para conseguir una película
más potente.
Hay quién afirma que aún no se puede hacer cine o series
ambientados en los años noventa porque está demasiado cerca y no
tiene nada destacable. Pues esta película ha demostrado que sí se
puede, y que se puede hacer muy bien. Cada elemento nos transporta a
1991, los coches, el walkman, Héroes del silencio, jugar a la
ouija en el instituto, las calcamonías, los teléfonos de cable
eterno, ¿Quién puede matar a un niño? del maestro
Chicho Ibánez Serrador en la tele, el limpiador Centella, los
yonkis de mi barrio, etc.
Aunque no se diga explícitamente en ningún momento (y es raro,
porque los vallecanos aprovechamos cualquier oportunidad para hablar
de nuestro barrio), se ambienta en Vallecas. Las pistas que
nos da son las calles, esos pisos de Luis Marín con corredores
larguísimos, conectados todos entre sí, el cartel de la habitación
de Verónica con “las fiestas de Vallecas”, los transeúntes con
la camiseta del Rayo Vallecano, que después vuelven a
aparecer en el bar.
Hasta
los casting de actores se hicieron en Vallecas, porque les
hacía especial ilusión que fueran encontrados en el mismo barrio.
Al
final no todos salieron de aquí, pero no creo que les doliera mucho,
porque la interpretación de los menores es tan impecable y natural
que parece que ni actúan. En cosas como esta se nota cuando hay un
buen director detrás de la cámara.
Aunque el tono de la película es de un terror cercano al drama,
tiene varios toques de comedia que no rompen la atmósfera (como
ocurría, a veces, en Déjame salir), están
perfectamente encajados. Lo vemos en personajes como la Hermana
Muerte con las torrijas, las niñas debatiendo sobre el significado
de “blind” o Antoñín cantando en la bañera.
El broche a esta maravilla lo pone la banda sonora está compuesta
por Chucky Namanera, o lo que es lo mismo, Eugenio Mira
(director de la magnífica Grand piano).
Verónica es mucho más que una historia de ouija que
sale mal y fantasmas asesinos, es la historia de una niña que acaba de perder a su padre, que tiene que cuidar de sus hermanos
pequeños como si fueran sus hijos, que no tiene tiempo para salir
con sus amigas, que está sola, en definitiva, que se ve obligada a
crecer antes de tiempo.
Caso Vallecas
Estefanía, una joven aficionada a la parapsicología, era la tercera
de 6 hermanos de una familia de clase media vallecana. Un día
consigue convencer a dos amigas para hacer la ouija, ya que el novio
de una había muerto en un accidente de moto y le echaba de menos.
Jugaron en el baño del Colegio Aragón, pero una profesora las
sorprendió, el vaso se rompió y cuentan que un humo negro salió de
él y entró en la boca de Estefanía.
Durante los meses siguientes, Estefanía sufrió ataques con
convulsiones y visiones de seres sombríos que la llamaban. Su madre,
que tenía epilepsia, la llevó al médico pensando que podría tener
su misma enfermedad, pero dijeron que estaba muy sana.
En uno de los ataques, se abalanzó sobre su una de sus hermanas
violentamente y se desmayó. Al recuperar el sentido no recordaba
nada. Esa misma noche entró en coma súbitamente y, poco después,
murió en el hospital por asfixia pulmonar.
Tras su muerte, los fenómenos cesaron un tiempo, pero acabaron
volviendo, vasos que se rompen, cosas que se mueven, la fotografía
de Estefanía que se quema dentro de su marco, etc.
El 27 de noviembre de 1992, año y medio después de aquella ouija,
la familia se vio tan sobrepasada por los fenómenos que llamaron a
la policía y esperaron en la calle. Cuando llegó el inspector José
Negri y los cinco agentes de policía, la familia les explicó la
incidencia, “hay una sombra negra alta que va vueltas por la casa”.
Al entrar en la casa, las puertas del mueble del salón se abrieron y
cerraron con fuerza, tras lo cual, cuatro de los policías salió
corriendo. El inspector y el policía pudieron ver cómo la
habitación de Estefanía tenía los posters arañados y escucharon
un ruido en la terraza cuyo origen no encontraron. En el baño,
clausurado por ser el lugar de máxima actividad según la familia,
el inspector sintió “el frío más intenso que nunca había
tenido”.
Debido a que estos datos están incluidos en el expediente que hizo
el inspector, el único de España en el que se habla de fenómenos
paranormales, se ha convertido en uno de los casos más famosos.
En Embajadores vivía una familia numerosa con bebé y perro
incluidos. Todo comenzó cuando algunos miembros hicieron una ouija
en una casa vieja que tenían en Villaverde. En mitad de la sesión
un tablón salió volando hacia ellos, pudieron esquivarlo, pero la
ouija quedó sin terminarse.
Javier, uno de los hijos, se despertó una noche sintiendo una
presión enorme en el pecho, no podía mover más que los ojos y vio
una sombra negra con tres dedos. Esto le hizo acordarse de un suceso
traumático de su niñez. Un día en el río, uno de sus amigos, que
había nacido con solo tres dedos, se tropezó cayendo sobre una
piedra y muriendo en el instante. Durante los siguientes días siguió
apareciéndose esta sombra y le decía que iría a por él primero y
luego a por su familia. En una ocasión le dio un golpe en el pecho
causándole dolor durante varios días.
No fue el único que sufrió fenómenos inexplicables. En ocasiones,
el perro se quedaba mirando a un punto fijamente durante un tiempo y
el bebé empezaba a llorar, y, justo después, sucedía todo. Sus
padres y su mujer explicaron cómo un frío intenso aparecía de la
nada e invadía toda la casa, golpes, la lavadora se ponía en marcha
incluso desenchufada, había cosas que se movían, el gas se abría
por la noche, el agua del grifo salía hirviendo, etc.
Pidieron ayuda a una vidente, que les dijo que pusieran claveles
blancos en todas las habitaciones, pero no sirvió de nada, los
fenómenos se incrementaron. Tenían tanto miedo que acabaron
durmiendo, durante mes y medio, todos juntos en el salón con los
colchones tirados en el suelo. En una ocasión vieron a la sombra
caminar por el pasillo.
Pero no solo les ocurrieron cosas extrañas a los habitantes de esta
casa, los demás participantes de esa ouija sufrían situaciones
parecidas cada uno en su casa.